lunes, 22 de marzo de 2010

La Caja II

La diferencia era sustancial.

Tan solo llevaba 37 horas en la ciudad. Nuevo trabajo, nuevo idioma, nuevas costumbres, que por no ser precisamente 'la costumbre' le impresionaban y asustaban.

Las horas de luz aún eran escasas, lo que no ayudaba a crearse una visión amable de una ciudad en la que todo el mundo mira hacia el suelo y anda a paso rápido. Cuando hablan, su idioma suena en sus oidos duro y seco. Sin embargo, su primera decisión había transformado su visión del entorno.

Miraba la caja y sonreía. Con ella bajo el brazo las luces de la ciudad parecían encenderse a su paso.

Ya lo había comprado, estaba a una parada de llegar a casa y en cuanto abriese la caja de cartón haría de su nueva casa un hogar.

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