domingo, 27 de enero de 2008

viernes, 25 de enero de 2008

collage de sueños II

Él era fotógrafo, su obsesión por captar la realidad y detener el tiempo era tal que no era nada más que eso, fotógrafo. Aquella mañana el insistente despertador interrumpió su sueño, sonaba cada cinco minutos, incesante, penetrante, desquiciante...En su mente, el agudo sonido del móvil se mezclaba con imágenes inconexas: calles estrechas, arena de desierto, el mar...y ella. Fotografías de su vida o de otras vidas se aglutinaban en su mente rozando la frontera entre la vigilia y el sueño. Estaba despierto, pero su cuerpo parecía no responderle, yacía extenuado, abatido, bodega de amarguras lejanas mezcladas con recientes alcoholes....

¿fotografías de una vida o la vida en una fotografía?

"Mi fotógrafo”, como así le llamaba Laura, intentaba sin éxito abrir la ventana mientras ella se refugiaba en las sábanas que la habían visto amar unas horas antes...Buscaba una respuesta, una conexión con el mundo exterior....Hace memoria, pero no tiene memoria, tan sólo logra recordar un carrete en blanco y negro, diafragma 125, obturador 5,6, disparador automático…y enseguida viene a su mente, como un flash, la imagen congelada de Laura tendida sobre su pecho. Su obsesión por detener el tiempo con su objetivo le había jugado una mala pasada...
Ya no habría más fotografías, no habría más instantes. Aquella cámara Yashica que le había regalado su padre se había convertido en la bala de su muerte.... Había congelado su vida entre las cuatro paredes de su dormitorio....Enciende un cigarrillo y piensa si tal vez no ha vivido siempre en un collage de sueños....

viernes, 11 de enero de 2008

sábado, 5 de enero de 2008

Amor imposible II

Bajamos del autobús y buscamos un rincón. Era media mañana de aquella tibia primavera, y la excitación nos hizo esconder nuestros besos y caricias de las miradas de los demás pasajeros.

Corrimos calle abajo, cada vez olía más a mar, y la ciudad se abría ante nosotros respondiendo a nuestra urgencia de escapar juntos camino a ninguna parte. Se paraban a vernos pasar, aquellos a los que el amor les correspondía sonreían mientras que aquellos que tan solo lo recordaban sentían como se les erizaban los pelos del hemisferio izquierdo de la cabeza al tiempo que un grato sabor les llenaba el paladar. Los amores imposibles no dejan indiferente a nadie.

Giramos un par de esquinas, cambiamos nuestra dirección para no arrasar a los transeúntes y cuando llegamos a la orilla comenzamos a desnudarnos sin dejar de correr en dirección a las olas. Nuestros pasos se mezclaban con besos espontáneos y abrazos en marcha. No hacía falta hablar, nos lo decíamos todo con la alegría que brotaba por cada poro.

En el preciso instante en el que deseaba aun con más fuerza ser parte de ella para siempre el agua nos llegaba a los tobillos, y se produjo el milagro. Poco a poco, al recorrer su cintura con mi mano, acariciar su vientre desde detrás suyo y subir hacia su pecho, primero la yema de mis dedos, después el resto del brazo y del cuerpo se fueron transformando en parte de su piel de bronce, para quedar así, unidos para siempre en aquella orilla, mirando al mar y apunto de hacer el amor.